Anualmente, incontables hogares sufren tragedias prevenibles. Este texto explora la relevancia de esta fecha y las iniciativas destinadas a forjar caminos más protegidos para la comunidad.
La conmemoración del Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Hechos de Tránsito constituye un momento para reflexionar sobre el impacto humano de los siniestros viales y para reconocer la urgencia de mejorar la seguridad en las carreteras. A nivel global, organismos internacionales, instituciones públicas y organizaciones comunitarias participan en esta fecha con el propósito de recordar a quienes han perdido la vida, acompañar a sus familias y promover estrategias que eviten que tragedias similares se repitan. En Guatemala, esta jornada ha cobrado especial relevancia debido al incremento sostenido de incidentes viales y a la necesidad de fortalecer la prevención desde un enfoque integral.
Uno de los actos centrales de este año fue organizado por el Ministerio de Gobernación, a través de la Dirección de Tránsito de la Policía Nacional Civil (DTransitoPNC). La ceremonia, realizada en la Plaza Berlín, en la zona 14 de la capital, reunió a autoridades, personal técnico, familiares de víctimas y ciudadanos comprometidos con una movilidad más segura. La presencia de diversos sectores permitió resaltar que los siniestros viales no solo afectan a conductores, sino también a peatones, ciclistas, motociclistas y a todas las personas que utilizan el espacio público para desplazarse.
La seguridad en las vías, una prioridad para la salud de la población
En el transcurso del evento, se enfatizó que los incidentes viales persisten como una de las causas primordiales de mortalidad y limitaciones físicas en la zona, constituyendo así un problema de salud pública que demanda soluciones inmediatas y continuas. A pesar de que comúnmente se les denomina «accidentes», se hizo hincapié en que estos sucesos son evitables a través de estrategias fundamentadas en datos, infraestructuras apropiadas y una mentalidad de desplazamiento consciente. Esta visión pretende modificar el discurso predominante, resaltando que cada percance prevenido significa una existencia salvaguardada.
Ingrid García, asesora de Enfermedades No Transmisibles de la OPS/OMS en Guatemala, remarcó que detrás de cada estadística existe una historia interrumpida. Sus palabras invitaron a reconocer el impacto emocional y social que generan las pérdidas viales y la importancia de impulsar medidas contundentes que disminuyan la magnitud del problema. Según explicó, avanzar hacia un sistema de movilidad más seguro requiere decisiones firmes, coordinación interinstitucional y un compromiso ético para proteger a los grupos más vulnerables.
Las reflexiones compartidas durante la actividad enfatizaron la necesidad de acelerar la implementación de políticas de prevención que han demostrado eficacia a nivel internacional. Entre ellas destacan la regulación de velocidades urbanas, las sanciones estrictas contra la conducción bajo efectos del alcohol, el uso obligatorio de cascos y cinturones de seguridad, y la instalación de infraestructura accesible para peatones y ciclistas. Cada una de estas medidas contribuye a reducir el riesgo de lesiones graves y muertes en las vías.
Una estrategia en sintonía con el Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2021–2030
La celebración también fue una oportunidad para subrayar la relevancia del Plan Global para la Década de Acción por la Seguridad Vial 2021–2030, una iniciativa de las Naciones Unidas que promueve una estrategia preventiva holística. Este esquema enfatiza la importancia de concebir la movilidad desde la perspectiva de un sistema seguro, donde la infraestructura vial, los medios de transporte, las regulaciones y la conducta de los individuos deben operar en armonía. Conforme a esta perspectiva, los accidentes de tráfico ya no se imputan únicamente a fallos humanos, sino que se interpretan como deficiencias del ambiente que son susceptibles de ser subsanadas mediante acciones apropiadas.
Durante el evento, se enfatizó la necesidad imperante de reforzar las estrategias destinadas a asegurar velocidades prudentes, optimizar la configuración de las ciudades, intensificar la supervisión y fomentar la formación en seguridad vial desde la infancia. El compromiso con un sistema vial seguro implica que las urbes deben ser concebidas para salvaguardar a los peatones, ciclistas y usuarios del transporte colectivo, garantizando que estos colectivos dispongan de entornos apropiados para sus traslados.
Asimismo, se recalcó la importancia de invertir en servicios de emergencia oportunos y accesibles. La respuesta inmediata ante un siniestro vial puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, así como influir en la recuperación de personas lesionadas. El fortalecimiento de estas capacidades resulta esencial para reducir la mortalidad y garantizar una atención oportuna y digna.
Avances y retos para Guatemala en materia de seguridad vial
Guatemala ha logrado progresos significativos en los años recientes. Durante la celebración, se resaltaron acciones como las modificaciones legislativas, campañas de concienciación dirigidas a diversos sectores, proyectos educativos y una mejor articulación interinstitucional. Gracias a estas labores, se ha logrado una comprensión más profunda de la problemática y se han sentado las bases para implementar tácticas duraderas que reduzcan los accidentes de tráfico.
Sin embargo, todavía existen desafíos estructurales que requieren atención prioritaria. La falta de recursos estables, la necesidad de fortalecer la fiscalización en todo el territorio y la insuficiente articulación institucional limitan la capacidad de respuesta. Además, muchas comunidades carecen de infraestructura adecuada, lo que aumenta la exposición al riesgo, especialmente para peatones y usuarios de motocicleta.
El trabajo intersectorial impulsado en los últimos años ha sido clave para identificar estos retos y avanzar hacia soluciones más efectivas. En 2024, se consolidó la Mesa Técnica Nacional de Seguridad Vial, un espacio que reúne a instituciones como el Ministerio de Gobernación, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, la Secretaría Nacional de Tránsito, PROVIAL, el Instituto Nacional de Estadística, el Instituto Nacional de Ciencias Forenses, APASIT y otros actores relevantes. Este espacio promueve la construcción del Plan Estratégico Nacional de Seguridad Vial, documento que orienta la planificación y ejecución de acciones a corto, mediano y largo plazo.
El fortalecimiento de los sistemas de información, la evaluación de la respuesta post-siniestro y el mapeo de responsabilidades institucionales figuran entre las prioridades discutidas. Estos componentes son fundamentales para diseñar políticas basadas en evidencia, identificar zonas de riesgo e implementar intervenciones oportunas en los lugares donde se registran mayores índices de siniestros.
Cooperación internacional y compromiso renovado
El acompañamiento técnico de la OPS/OMS se ha mantenido como un pilar para el desarrollo de capacidades nacionales. La organización ha brindado apoyo en la planificación estratégica, capacitación técnica y fortalecimiento de herramientas de vigilancia y análisis. Al mismo tiempo, ha promovido la adopción de buenas prácticas internacionales y ha impulsado procesos de armonización normativa y de sensibilización pública.
En el año 2025, la llegada del Delegado Especial del Secretario General de la ONU en materia de Seguridad Vial constituyó un hito crucial para fortalecer los vínculos de colaboración y ratificar la dedicación de la nación a la agenda internacional. Su presencia no solo incrementó la exposición de los logros internos, sino que también enfatizó la urgencia de impulsar cambios estructurales que posibiliten una disminución constante de las fatalidades y los accidentes.
Durante las ceremonias conmemorativas, se subrayó que la seguridad vial debe entenderse como una obligación colectiva. Las entidades gubernamentales tienen la misión de formular y aplicar estrategias pertinentes, mientras que los ciudadanos cumplen una función esencial al asumir conductas prudentes en las carreteras. La utilización del casco, el abrochado del cinturón de seguridad, la conducción sin haber consumido alcohol y la observancia de las señales de tráfico son elecciones cotidianas que tienen el potencial de preservar existencias.
Asimismo, las organizaciones comunitarias, el sector privado y los centros educativos pueden contribuir mediante campañas de sensibilización, programas formativos y la promoción de entornos seguros. La educación continua y la creación de una cultura vial basada en el respeto mutuo resultan esenciales para lograr cambios duraderos.
Hacia un sistema vial más humano y preventivo
La jornada concluyó con un llamado a transformar el dolor en acción. Recordar a las víctimas no solo implica honrar su memoria, sino también asumir el compromiso de evitar que situaciones similares vuelvan a repetirse. Se destacó que cada vida perdida en el tránsito representa una historia interrumpida, una familia afectada y una comunidad golpeada por una tragedia evitable.
El propósito primordial es edificar infraestructuras viales que pongan en primer plano la seguridad, la existencia y el bienestar de cada individuo, independientemente de su método de transporte. Para alcanzar este fin, se necesita una inversión constante, determinación política, involucramiento de la ciudadanía y la incorporación de criterios técnicos que orienten la planificación de las ciudades y el diseño de las carreteras. Un entramado vial seguro debe ser accesible para todos, justo y con la capacidad de prever peligros antes de que se transformen en catástrofes.
La celebración del Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Hechos de Tránsito subraya la necesidad de continuar esforzándose por convertir los lugares de desplazamiento en ambientes seguros, accesibles y conscientes. Mediante la cooperación tanto a nivel nacional como internacional, y con la participación activa de todas las áreas, es factible progresar hacia una forma de moverse más protegida, beneficiosa y perdurable, donde cada desplazamiento sea una ocasión para preservar la existencia.
